No soy de los españoles que en cuanto salen de España, se vuelven locos buscando un restaurante con comida española. Seguro que conocéis a alguno. Al revés, cuando viajo me gusta hacer inmersión en las culturas de cada país, y una de las mejores formas de conocer los países es conocer su gastronomía (con algunas excepciones británicas..).
Pero cuando la estancia fuera se alarga, en mi caso hacia las dos o tres semanas fuera de España, hay un día en que el cuerpo me empieza a pedir comida española. Y cuando emprendo esa misión, hoy por hoy, es bastante complicado en muchos países.
Curiosamente la cocina española tiene fama mundial, pero no estoy hablando de los restaurantes de nuestros famosos chefs internacionales, que están arrasando en el mundo, con su pléyade de estrellas Michelín, y maravillosos platos, a los que desgraciadamente nuestra economía no nos permite frecuentar. Hablo de otro nivel de restaurante, el de un precio más asequible, al que vamos habitualmente.
Cuando viajas a cualquier ciudad del mundo (ponga el lector la que desee, Paris, Praga, Londres, Nueva York o cualquier otra), te resulta sencillo cruzarte con un buen restaurante italiano, o un razonable bristot francés. Encontrarás enseguida un restaurante mexicano o podrás degustar un sushi japones. Los restaurantes chinos y turcos serán multitud, también los tailandeses e indúes, y seguramente un restaurante argentino, o uno griego estarán en tu camino. Incluso encontrarás restaurantes portugueses con más facilidad que restaurantes españoles.
Es cierto que no incluyo como españoles, a aquellos que lucen la palabra "tapa", nuestra maravillosa aportación a la gastronomía universal, pero que solo tienen en común con nuestras tapas el nombre. Los restaurantes, lógicamente, se adaptan más a los gustos locales, que a la autenticidad de la comida del país de origen. Igual le pasará a un chino que viaje por el mundo, es un suponer, aunque no me consuele demasiado.
Pero cuando la estancia fuera se alarga, en mi caso hacia las dos o tres semanas fuera de España, hay un día en que el cuerpo me empieza a pedir comida española. Y cuando emprendo esa misión, hoy por hoy, es bastante complicado en muchos países.
Curiosamente la cocina española tiene fama mundial, pero no estoy hablando de los restaurantes de nuestros famosos chefs internacionales, que están arrasando en el mundo, con su pléyade de estrellas Michelín, y maravillosos platos, a los que desgraciadamente nuestra economía no nos permite frecuentar. Hablo de otro nivel de restaurante, el de un precio más asequible, al que vamos habitualmente.
Cuando viajas a cualquier ciudad del mundo (ponga el lector la que desee, Paris, Praga, Londres, Nueva York o cualquier otra), te resulta sencillo cruzarte con un buen restaurante italiano, o un razonable bristot francés. Encontrarás enseguida un restaurante mexicano o podrás degustar un sushi japones. Los restaurantes chinos y turcos serán multitud, también los tailandeses e indúes, y seguramente un restaurante argentino, o uno griego estarán en tu camino. Incluso encontrarás restaurantes portugueses con más facilidad que restaurantes españoles.
Es cierto que no incluyo como españoles, a aquellos que lucen la palabra "tapa", nuestra maravillosa aportación a la gastronomía universal, pero que solo tienen en común con nuestras tapas el nombre. Los restaurantes, lógicamente, se adaptan más a los gustos locales, que a la autenticidad de la comida del país de origen. Igual le pasará a un chino que viaje por el mundo, es un suponer, aunque no me consuele demasiado.
Bien distinto es si ya estás viviendo en otro país por un tiempo, y necesitas encontrar nuestros productos, proliferan las redes de contactos entre nuestros compatriotas: ¿donde encontrar morcilla?, o ¿en que super llega nuestra fabada?, azafrán por Dios, unas buenas lentejas con su chorizo, etc. En esos tristes casos de emergencia acudirás incluso a los locales con dudosas "tapas", o su paella son color, o a la mezcla con comida latina. Podrías matar por conseguir productos españoles.
No se si el problema reside en nuestra tradicional falta de visión exportadora, a la ausencia de marketing (al igual que con nuestro vinos), o a la dificultad de obtener productos españoles en algunos países, por temas aduaneros, o de proteccionismo local. Desconozco el motivo real, pero ¿existen restaurantes españoles de verdad en el extranjero?.